Esperábamos que cesara la lluvia, pero el Señor nos regaló una jornada de sol (la primera desde cuando llegamos a Filipinas). Por lo tanto pudimos hacer nuestra magnífica excursión en el centro de Manila, ya que hoy nos concedimos algunas horas de distensión.
Después de la Misa, en un pullman privado, fuimos al santuario dedicado a Jesús Maestro, construido gracias a la generosidad de una señora del lugar y que surge imponente cerca del mar. Allí Juan Pablo II se encontró con los jóvenes para la Jornada Mundial de la Juventud de 1995. El altar contiene como reliquia, un pedazo de la mesa de mármol donde el Santo Padre celebró la solemne Eucaristía. Este lugar está dedicado a los jóvenes. Lo demuestran la grande pintura del presbiterio que presenta a Jesús pequeño maestro con los doctores del templo y la estatua de Santa Maria Goretti.
Visitamos también la zona más antigua de la ciudad, que conserva intacto el estilo español. Luego de haber visitado la iglesia agustiniana, dedicada a san Pablo, y el riquísimo museo, almorzamos acompañadas por el repertorio de canciones de nuestros países, ejecutadas por tres músicos con guitarras y contrabajos.